Paisaje con choza y palmas, sin titulo, c. 1948

Yoryi contempló el paisaje que tenía delante, sus ojos recorriendo las líneas de los cocoteros largos y delgados que se extendían hasta el cielo. Los árboles se mecían suavemente con la brisa, sus hojas susurraban suavemente mientras bailaban con una melodía invisible.

Paisaje sin titulo
C. 1948. Óleo sobre tela, 19 x 29 cms. Colección: Museo Bellapart.

El cielo era de un azul brillante, salpicado de mullidas nubes blancas que parecían flotar perezosamente en la extensión del horizonte. La escena era el sueño de un pintor, un auténtico lienzo de verdes y azules que pedía a gritos ser revivido con pintura y pincel.

Yoryi respiró hondo, el aroma de la exuberante flora llenó sus sentidos. Podía sentir el calor del sol en su piel, la suave brisa jugando con su cabello mientras se preparaba para pintar.

Seleccionó cuidadosamente su paleta, eligiendo los colores que darían vida a la escena.

Con cada pincelada, insuflaba vida al paisaje que tenía delante. Pintó las hojas de los cocoteros, las hojas verdes susurrando con la brisa. Agregó los azules y blancos del cielo y las nubes, los colores se mezclaron en una danza armoniosa.

Mientras trabajaba, Yoryi se perdía en la pintura, cada pincelada lo acercaba a la esencia de la escena que tenía delante. Era un conducto, un recipiente a través del cual fluía la belleza del mundo que lo rodeaba.

Cuento inspirado por la obra presentada de Yoryi Morel.